Clara Campoamor
La sufragista española
Si las mujeres españolas podemos votar es gracias a luchadoras cómo clara campoamor, quién, en la Segunda República, cómo miembro del Partido Radical coma consiguió que, el 1 de octubre de 1931, se aprobará el derecho al sufragio femenino por 161 votos contra 121.
No le resultó fácil porque, no solo tuvo que convencer a los diputados varones, de derechas y algunos de izquierdas, sino que mantuvo un intenso cara a cara con una de las tres diputadas que había entonces en la cámara, victoria Kent. Mientras clara opinaba que la mujer, como el hombre, debía tener pleno derecho a votar fuese cuál fuese su ideología política, victoria se opuso frontalmente al considerar que las mujeres no eran maduras políticamente y que defenderían ideas de derechas porque aún dependían del hombre y de la Iglesia
Eterna luchadora
Licenciada en Derecho en 1924, Clara, que siempre estuvo muy preocupada por la situación jurídica de la mujer, pronunció una frase que recogía su filosofía: ”mi ley es la lucha” . Y así fue porque tuvo que superar muchos obstáculos en su camino hacia la igualdad. Su idealismo político puede resumirse en haber intentado que en España el destino de un niño recién nacido no viniera marcado por el estatus de su familia y que la ley no fuese un castigo sino un amparo. De hecho, uno de sus logros fue la reforma de la Constitución para que se reconociera la plena igualdad de los derechos de todas las personas coma mujeres incluidas claro.
En los 3 años que fue diputada (1931 – 1934) trabajo en la defensa de la ley del divorcio, la legitimidad de los hijos nacidos fuera del matrimonio, el derecho de las mujeres a ser admitidas como testigos en las bodas civiles y a poder ejercer todas las carreras a las que daba acceso el título de Abogada. Destacó, también como conferenciante en la agrupación femenina socialista, el Lyceum club y el Instituto intelectual de cooperación internacional, del que fue cofundadora.
En 1935 , después de que la izquierda republicana rechazase su ingreso en sus filas, público : «mi pecado mortal. El voto femenino y yo». Su encendida lucha en favor del voto de la mujer hizo que toda la clase política , incluida parte de la izquierda – que llego a culparla injustamente de la victoria de la derecha en 1933 – acabara marginandola y condenandola al ostracismo.
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